La pandemia ha traído un sinfín de preguntas y cuestionamientos sobre la forma en que vivimos, consumimos, o cómo nos relacionamos. En diferentes ámbitos, se ha planteado y discutido la posibilidad de contar con una renta básica universal, ya que uno de los temas que más trajo angustia, es la pérdida de puestos de trabajo. Gastón Casabella reflexiona sobre la llamada e impuesta «cultura del trabajo» y nos invita a pensar ¿el trabajo nos dignifica?
Por Gastón Casabella (Actor, escritor, docente, guía de turismo, ceramista, viajero, modelo, vendedor, jardinero, niñero, lavaplatos, albañil)
El problema es que piensan que trabajar es importante, es honrado que nos hace «personas», nos dignifica. ¿Saben quienes les hicieron creer eso? Los reyes, los Papas, los obispos, los políticos, los poetas de la aristocracia: clases que por definición nunca trabajaron.
Comer rico, dormir bien, compartir con nuestras personas queridas, gastar nuestro tiempo en lo que queramos hacer : leer o escribir, escuchar o hacer musica, jugar, garchar, hacer deportes, plantar flores o fumarlas, viajar. Y ser empáticos y solidarias. Eso dignifica, eso te hace (mejor) persona.
Trabajar, en el sentido más ordinario que se entiende, nos aleja de la familia y de les amigues, no quita tiempo de disfrute, nos quita salud mental, nos roba energía.
Y no, no hablo de vos, que por suerte podes unir disfrute, ganar plata y entonces le decís «trabajo»; Hablo de quienes estamos atrapados en esta dinámica podrida y estamos lejos de ganar dinero con lo que nos gusta hacer. Y por tanto estamos obligados a dejar nuestra creatividad, nuestra sensibilidad de lado para ir a una fabrica, un taller, una tienda o a la calle.
El trabajo es una mierda, nos hace creer que valemos lo que cobramos. Y que si no nos pagan lo que hacemos, entonces no tiene valor. Nos estructura para pensar que hay gente arriba nuestro y gente abajo. Gente mejor y gente peor. Nos hace seres funcionales. Una tuerca más entre las millones de todo el engranaje productivo. Una tuerca que no tiene opinión, que no puede enfermarse, pero que si se rompe se cambia.
Trabajar es necesario en este mundo con en este sistema, para ganar (muchas veces menos de lo necesario para subsistir). Pero eso no lo hace maravilloso. Trabajar es una mierda grande como una catedral.
Yo aspiro a que no sea necesario para subsistir. Esto que parece un manifiesto, es en realidad una nota mental para estos días en los que estoy buscando trabajo. Y para estos días en que debatimos una renta mínima universal.
Creemos que es más importante que les hijos se críen sin ver a su madres o padres que están «dignamente trabajando» en vez de pasar tiempo con elles, criandolos, viendolos crecer. Creemos que es digno que un artista tenga que salir a vender empanadas hasta que el mercado valore su obra. Creemos que es un ejemplo que un viejito este llenando bolsas en un supermercado a cambio de monedas, en vez de estar descansando en su casa. Eso se llama domesticar, domar, someter.
Y acá vienen los adultos y lo ancianos con el «a mí nunca nadie me regalo nada». Que pena reina, que pena que nadie te haya regalado nada. A mi regalaron frutas y verduras de la huerta, torta fritas, pan casero, mermelada, una vez me regalaron hasta un chanchito, me escribieron canciones, poemas y me pintaron cuadros. Pero si, lamentablemente también tuve que trabajar, mucho, demasiado, trabajé mucho más de lo que me han pagado, trabaje mucho más de lo que hubiera querido.
A lo mejor los adultos y ancianos esperan que les de las gracias por trabajar toda la vida y tener una jubilación de mierda después de 50 años de trabajo (cuando la tienen). Y no amoras, no puedo agradecer eso. Es una pena, es muy triste. Te pido disculpas, toda la sociedad debería pedirte disculpas por eso y por hacerte pensar que eso esta bueno. No podemos glorificar la cultura de la explotación, o eufemísticamente hablando «cultura del trabajo». Seria muy injusto reclamarles su quietud, reclamarles la revolución que no hicieron. Estaban subsistiendo y se entiende.
Lo que si me parece justo reclamar a estas generaciones, a la mía propia y a mí mismo es militar contra la explotación. No puedo, no quiero y no deberíamos glorificar al trabajo.
Debemos aspirar a algo mejor para las generaciones futuras. Tenemos que cambiar la cultura del trabajo por la cultura de la solidaridad, por la cultura del disfrute, del placer. Debemos sentir orgullo por regalar y que nos regalen, debemos aspirar a disfrutar de la vida, de la familia, del arte, del cuerpo. Hacer lo que nos gusta hacer, dar de lo mejor que tengamos y recibir sin recelos.
Gastón Casabella