Crónicas de aldea: Cañito, un barrio con historias comunitarias

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*Por Hugo De Pascuale

Proponemos un corto viaje imaginario desde el espejo de agua llamado Tajamar, al costado mismo del reloj público de la ciudad de Alta Gracia. Allí mismo arranca la avenida Sarmiento hacia el oeste y para certificarlo está sentado el prócer en pétrea presencia y gesto pensativo. Si caminamos por esa calle empinada a pocos metros ya estamos el la zona del alto de la ciudad y como Alta Gracia es ciudad de faldeos la calle baja y después vuelve a subir antes de despeñarse hacia el arroyo.

Así llegamos necesariamente al puente Pierino Mitrano , inmigrante italiano que construyó su hogar a pocos metros dejando señalada la travesía en el muro que portaba molduras circulares simulando claraboyas. Su casa era un barco de ladrillo anclado a la vera del curso de agua. Una vecina de antigua data, Alma Dambra nos cuenta que a esa altura del Chicamtoltina había muchas vertientes y en una se acumulaba en el piletón que surtía mediante un cañito la pura agua de montaña arriba . Bastaba entonces llenar la jarra y ponerla en el centro de la mesa familiar o tal vez acumulada en el recipiente de latón para los quehaceres de la cocina.

Era muy rica el agua nos dice la vecina y señala que después hubo varios cañitos instalados para comodidad de los vecinos, pero acaso aquel primer dispensador se atribuyó al quehacer comunitario de Pierino Mitrano. Él se ocupó de instalar «El Cañito».

Foto: Walter Hugo Villarreal.

barrio el cañito - ph Walter Hugo Villarreal

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