*Colectivo Ni una menos Alta Gracia.
Indudablemente, los cuatro femicidios que enlutaron y alarmaron a nuestra provincia semana atrás, tuvieron la cobertura mediática merecedora de quienes la consumen. Informes amarillistas, morbosos, debates retrógrados superpoblados de prejuicios y estereotipos, llenaron nuestra pantalla, nuestras radios, nuestras conciencias.
Tenemos el gobierno que merecemos, tenemos los medios que nos merecemos por ser un pueblo que sigue haciendo memoria desde la nostalgia de un gobierno mejor, de la prensa de otro tiempo, de la sociedad armónica que nunca existió “salvo cuando estaban los militares, ahí era otra cosa”
El pueblo no quiere saber lo que le pasa, sino es bajo la lupa de la bota que lo aplasta. Será entonces, momento de repensar lo esencial para construir nuevos horizontes. Horizontes alcanzables, reales, emancipatorios.
¿Qué es la violencia? ¿De dónde viene? ¿Quién engendró semejante “epidemia”? ¡Seguro una mujer!
Es necesario, desmantelar los discursos vacíos, volcarnos a la praxis, a una perspectiva de género que sea capaz de contener las denuncias al Estado, junto a propuestas de empoderamiento para todos los sectores de la sociedad- postura incómoda esta, ya que necesitará que todos los movimientos, organizaciones y vecinos que sostienen unilateralmente hasta aquí la lucha contra la violencia de género tengan la capacidad de sentarse junto a los dueños del sillón a construir una política de protección de los derechos de mujeres, niñas y adolescentes y prevención contra cualquier tipo de violencia machista.
La violencia de genero no es un mal de nuestro tiempo. No. Son siglos de patriarcado, de ideología machista y cultura sexista que el capitalismo vino a reforzar bajo la vieja trampa de la “liberación femenina” Estos derechos que hemos conquistados, los pagamos con creces, con sacrificio, con subyugación de nuestro tiempo incluso de nuestra vida. Porque lamentablemente, a medida que una mujer avanza, los hombres la revientan. Y esto es así, y ya no podemos nombrar la realidad con eufemismos: -Señora, señor, ¡NOS ESTAN MATANDO! Semana atrás mataron a 4, la semana siguiente serán 8 y así sucesivamente, si todos no hacemos algo. Escandalizarse no sirve más que a la prensa y sus consumidores. Visibilizar la violencia ya no es necesario. Empoderar a las víctimas y a las generaciones por venir si.
En este contexto, no tenemos más que decidir “agarrar la sartén por el mango” y dar vuelta la tortilla. Se terminó el tiempo de emparchar la inoperancia del Estado y sus sedes (judiciales, educativas, periodísticas, asistenciales) se terminó el tiempo de callar lo que nos pasa, al Gobierno se le terminaron las excusas y a la sociedad también. Señora, señor. A Ud. también se le acabó el tiempo, la novela terminó y no fue un crimen pasional. Fue femicidio.
De todos, hombres, mujeres, niños, niñas, adolescentes, cada uno en su grado de responsabilidad y desde su rol/es, como actor o institución social, política, cultural educativa, judicial, de todos depende derribar este viejo sistema, este viejo paradigma que nos mata cada día y crear algo nuevo. Un feminismo para el cambio social será la igualdad de derechos y libertades entre hombres, mujeres, gays, lesbianas y heterosexuales. No entenderá el hembrismo, el odio por el hombre, como medio y fin sino un mejor mundo para todos, un mundo por habitar libremente y con derecho a decidir, un mundo libre de violencias machistas. Un mundo donde cada día haya una más por todas las que nos están arrebatando con total impunidad.
Para que esto sea posible, insistimos será necesario retrotraernos, mirar la historia desde otro lugar y protagonizarla de otra manera. Ni mejor ni peor. Diferente, de manera integral, en las calles, denunciando, proponiendo y apostando al cambio social desde, para y por el feminismo.