La fría mañana del miércoles 11 de septiembre amanece con la triste e inexplicable noticia de que falleció Jano Ávila: músico, diseñador gráfico y compañero y amigo de la Radio Tortuga 92.9, a través de su entrañable programa Radio Jam. La Cooperativa Fábrica de Ideas y la Radio Tortuga 92.9, en esta nota, despiden con algunas sentidas palabras a este torrente de jazz, cuyo fuego no se extingue.
«No sé qué decir que pueda pintar a Jano.
Había que conocerlo.
Había que conocer sus ojos, su mirada.
Jano no sólo significaba humor. También significaba generosidad. Generosidad en todo, a cualquier costo. Jano nos amaba a lxs jóvenes que lo amamos. Nos impulsó a superar miedos y concretar proyectos. Siempre se disculpaba porque, según el, era de una generación que hizo todo mal y me decía que en nosotrxs veía otra cosa. Con sus amigxs se compartía. No sólo sus cosas, se compartía a sí mismo. Siempre tuvo un abrazo fuerte para quien lo quisiera recibir. Compartimos charlas inagotables, comida y estupideces eran nuestros tópicos favoritos. Y música, mucha música, todo el tiempo, sin prejuicios, sin géneros ni nada, sólo música. Escribo esto mientras suenan las maravillas que compartía en su programa en la Tortuga y todo sigue siendo tan familiar como siempre. Es la mejor herencia, el mejor legado, soltar el cuerpo pero dejar el sonido». Horacio D’Ambra
«Se murió Jano. Se murió un gran amigo.
El de las frases ingeniosas, el que mezclaba las letras y las palabras para darle nuevos sentidos a nuestras existencias.
El promotor del jazz como música popular: el tipo al que cada vez que le pedías que te definiera al jazz, te decía que toda la música puede ser jazz. El que improvisaba que el jazz pasa por improvisar, por jugar con la música. El que se negaba a encasillar el jazz en un género y ofrecía didácticamente su escucha para hacer carne esa premisa.
El tipo que amaba hablar de jazz en la radio.
El tipo que hablaba en clave de jazz y hacía chistes en clave de jazz y tocaba la guitarra en clave de jazz.
Cuesta hablar en pasado de un tan querido compañero de radio. De un amigo entrañable y amoroso. De un tipazo, siempre presto a dar una mano, a poner el hombro, a ubicar por delante el futuro colectivo a cualquier dificultad individual.
Cuesta despedir al Jano que, cual juglar del absurdo, regalaba gentilmente su humor hilarante aunque la tristeza doliera por dentro.
Se murió un gran amigo, un tipo directo y sensible, al que no creo que le gustaría que su despedida fuese cargada de pomposas metáforas; sino de canciones y abrazos fuertes, como los que siempre dio.
“No puede quedar vacío” dice su perfil de whatsapp, como invitando a llenar de jazz este día tan triste«. Pelado Rodríguez