Convocados por la Mesa Regional por el Arroyo Chicamtoltina, el domingo 8 de diciembre visitaron el acampe contra la instalación de la empresa Monsanto en la localidad de Malvinas Argentinas, al este de la ciudad de Córdoba. Llevaron donaciones y trajeron propuestas para seguir vinculando las luchas que se desarrollan a lo largo y a lo ancho de la Provincia.
Apenas saliendo de Malvinas Argentinas, por la ruta A-88 se halla el predio de Monsanto, cercado por un alambrado del que se pierde registro visual cuando se intenta dimensionar su tamaño total. A toda hora, empleados de seguridad recorren (merodean) sus hectáreas, walkie talkie en mano, dispuestos a informar lo que consideren un peligro contra la empresa.
Del alambrado hacia afuera, un crisol de carpas puebla la sombra de los eucaliptus. Allí convive habitualmente unos 50 vecinos, activistas sociales y militantes políticos, que resisten en los puestos de control (“Amaranto”, “Casa Pozo” y “Camiones”).
El objetivo común es frenar la construcción de la planta de tratamiento de semillas de maíz transgénico, que Monsanto pretende poner a funcionar allí, a metros de una escuela, con la promesa de 400 puestos de trabajo, la venia del radical gobierno municipal, el visto bueno del cordobesista gobierno provincial, un sugestivo silencio del kirchnerista gobierno nacional y la negación de una consulta popular para la comunidad.
REJA DE POR MEDIO
Leo oficia de guía en un recorrido por la posta “Amaranto”, donde los vecinos de Paravachasca conocen cómo se almacena, documenta y clasifica todo lo que se dona. Hace dos meses que está en el Acampe. “Ya no hay abejas”, dice Campanita, que trabaja de lunes a viernes en la ciudad de Córdoba y se pasa el fin de semana por acá.
“¿Te diste cuenta que casi no hay bichos?”, pincel en mano alude al avance de un poco sustentable modelo de mundo. Mientras, pinta con los vecinos de Paravachasca una bandera. Cada posta es un bloqueo de entrada a la planta de Monsanto, una barricada: por allí no pasan ni materiales ni trabajadores. Cada posta es un bloqueo al avance del modelo extractivista que exprime los recursos naturales, tras un interés corporativo y convierte a los estados, en meros agentes burocráticos.
GUERRA DE LOS MUNDOS
En el acampe no hay estatuto, hay asambleas. El resto del tiempo, un estado de alerta permanente es el contexto de una vida en diversidad, levantando construcciones en barro, programando actividades artísticas y de difusión, interactuando con la comunidad, levantando huertas comunitarias.
Los tres de Paravachasca proponen mantener un estado de colecta permanente de agua, alimentos no perecederos y materiales de construcción. También realizar viajes periódicos para comprender cuánto tiene que ver la guerra de los mundos que se vive en ese lugar, con las conquistas y reclamos sociales que se vienen desarrollando en estos tiempos por el Valle de Paravachasca.
Foto: Gentileza Elena García.