Kayto, una vida de hip hop en las calles

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El artista, productor musical y beatmaker Kayto habló con Tortuga sobre la cultura del hip hop en Alta Gracia. Sobre sus comienzos en la música y su carrera como productor independiente en La Cueva Producciones, el estudio de grabación que tiene junto a su socio, Flag.

Kayto abre las puertas de su casa un Domingo a la siesta, bajo un sol infernal. Si bien hacen 33° de calor, pone la pava eléctrica y comienza a preparar el mate con un toque particular: le echa un poquito de café. 

Ceba los dos primeros amargos, ya sentado a la mesa, y se arma un pucho mientras cuenta sobre la música que se escuchaba en su casa. “Era un hogar de melómanos. Mis viejos y mis abuelos de parte materna escuchaban mucha música. Se escuchaba de todo, mayormente rock nacional, pero también heavy metal, boleros, tango. Mi viejo en un momento llegó a tener una banda de rock: Ojos de Ceniza”.

Sin embargo, lo primero en la vida de Kayto no fue la música como horizonte, sino el básquet. Su vida como artista vendría mucho tiempo después, pero primero, un joven Luca Veronelli, oriundo de Buenos Aires, apuesta por ser un profesional del básquetbol. Enamorado del deporte llegó a jugar en la selección de Buenos Aires; incluso, un club de Sevilla de segunda división lo convocó para jugar en Europa.

“Llegue a vivir esa parte de la movie. Me acuerdo que me enojé con mi vieja en ese momento, porque el club de Europa no me garantizaba los estudios, y mi vieja dijo que no. Me dijo: si vos no terminás el secundario, no te vas a ningún lado. Estaba indignado. Pero después al toque entendí que si esa oportunidad había llegado era porque yo tenía algo para dar, y seguramente podía pasar de nuevo”.

Pero el despliegue profesional se vio impedido tiempo después por una lesión. En un partido de selección, el pivot del equipo contrario cayó sobre la pierna de Luca, generándole un problema en la rodilla por el cual debía ser operado; pero resultaba muy costoso. Luego de eso jugaría un tiempo más, hasta dejarlo definitivamente. Pero el básquet, sin embargo, le había dado algo más: el Hip Hop.

PORTAL TORTUGA (PT): ¿Es el comienzo de Kayto músico?

KAYTO (K): Del básquet se desprende mi acercamiento con el Rap. Mis compañeros de equipo escuchaban Rap yankee: 50 Cent y Eminem. A mí, al toque, me re cebó. Pero antes de ser músico, fui oyente.

Empecé a consumir mucho Rap, y a buscar artistas. A mí me interesaba encontrar artistas en español, pero no españoles. Me costaba el rap español por un tema de la jerga que no entendía. Haciendo búsqueda, encontré a los Aldeanos de Cuba, y dije: si hay rap en Cuba, que es una isla, tiene que haber Rap argentino.

Era difícil encontrar, en ese momento no había explotado como ahora; te hablo de la primera década después de 2001. Tenés que pensar que es una época donde estaba terminando la década del poderío de las multinacionales y las horas de estudio para grabar eran carísimas. Hoy, con un Home Studio la piloteás y podés competir. Pero en aquel momento no era tan fácil grabarte y adquirir conocimientos sobre producción.

PT: ¿Cómo era ese Rap argento?

K: Eran grupos que hablaban de su cotidianidad. Acá era difícil flashearla como los yankees y decir: “Tengo autos, ropa cara, cadenas de oro”. Eso lo ves ahora porque es lo que vende, la industria pone mucha guita para generar ese brillo; pero en esa época ni».

Es re loco pero una de las primeras grandes movidas, onda Quinto Escalón, que vino mucho después, sale de pibes que se juntaban a rapear en los garajes de sus casas. Al principio eran cinco, pero de repente eran 60 monos y ahí los viejos de los pibes dijeron: «Todo bien con tus cinco amigos, pero a todos estos monos te los llevás a la plaza». Y los pibes empezaron a copar el espacio público, empezaron a copar las plazas.

PT: ¿Y acá en Alta Gracia cómo fue la movida?

K: Bueno, Kayto nace acá en Córdoba. Ya no estaba haciendo la vida deportista por la lesión, ya ni jugaba. Pero empecé a interesarme mucho por hacer música, ya había empezado a tirar los primeros trazos en una hoja también. El tema era la movida. En Buenos Aires había movida, en Córdoba Capital había movida. ¡Acá tenía que haber!

Empiezo a laburar part time a la mañana y me quedaba el resto del día libre, entonces ahí empecé a patear. Salí a caminar por toda la ciudad buscando gente que rapeara. Iba por la calle rapeando y al que le veía pinta de que podía rapear, le preguntaba qué onda.

Un día cansado de caminar, entré al Paseo de los Artesanos, me senté en el cantero donde antes estaba el árbol, y me puse a rapear indignado porque hacía dos meses que venía pateando y no encontraba a nadie. Y de repente apareció JB, me escuchó y se me acercó. Me dijo: “¿Vos rapeás?”. El chabón estaba vestido re de ancho, dije, claramente vos también.

El Hip Hop comienza a desconfigurar las calles de Alta Gracia

A partir de ahí un germen se empieza a producir en la ciudad. Kayto sostiene que repasar el origen del Hip Hop en Alta Gracia, es como intentar descubrir quiénes fueron los primeros que escribieron la biblia. “JB era el guachín de una camada mucho más reducida y anterior a lo que es hoy. Cuando esos pibes dejaron de rapear, él siguió rapeando, él lo mantuvo vivo al menos en sí mismo”.

El artista cuenta que JB, al “jugar de local”, conocía a muchos más jóvenes que rapeaban. Ambos se lanzaron a la calle en su búsqueda y fue así cómo comenzaron a generar su propio espacio de pertenencia. Una comunidad que manejara los mismos códigos y no los excluyese.

“Al principio ranchábamos por toda la ciudad y se fue sumando gente. De repente éramos 10, después 14, después 20. Nosotros éramos todos pibes marginados y la idea justamente era no marginar”, comenta el artista.

PT: ¿Cómo eran esos pibes?

K: Éramos todos pibes marginados en distintas cosas. Tenía mucho que ver la lleca también, en su mayoría éramos pibes que no los querían en su casa. Yo tuve la suerte de que sí, pero tampoco quería estar mucho tiempo en mi casa. Es así. De alguna forma te terminás encontrando con tu gente.

PT: ¿Cuándo empieza a agitarse la movida acá en la ciudad?

K: Acá se empieza a visibilizar después del primer año que organizamos la primera competencia. Yo no lo podía creer, porque en el Paseo éramos siempre las mismas 15 caras. Publicamos un flyer en Facebook y de repente el día de la fecha éramos 70 personas entre artistas y oyentes. Había banda de gente que caía a escuchar.

PT: Claro, había un público…

K: Era caer en la cuenta que los que iban a escuchar, iban porque nosotros decíamos cosas que ellos no podían decir. No era importante ganar la competencia, lo importante era rapear. Vivir el Hip Hop.

A medida que fue creciendo, empezó a venir todo el quilombo con la cana y la Municipalidad. Pasaba que varios de los pibes tenían antecedentes, pero estaban buscando su lugar, su espacio de pertenencia. Estaban haciendo arte y de repente venía la cana y los partía. Una vez, nueve y media de la noche, cuatro móviles, camionetas, se bajaron casi diez canas con itacas a reducir a pibes de 14, 15 años; el más grande tenía 18. ¿Te parece necesario?

Por eso nunca acepté tocar en Colectividades. Me deben haber llamado más de tres veces cuando explotó el rap, pero ni en pedo; yo no voy a tocar para el que me reprime.

PT: Estaba la necesidad de una juventud de salir a decir su realidad

K: Alta gracia será chica, pero el 70% es marginada por un 30% que tiene plata y vive en barrios privados. Sin ir más lejos, mirá lo que pasa con el arroyo y el Potrerillo. Por ahí miran para otro lado, pero a nosotros no nos chupa un huevo.

De repente éramos 70 pibes, gritando las mierdas que pasaban a nivel social, nuestra realidad. Cosas que los grandes no querían escuchar y encima, en pleno centro de la ciudad. Enfrente nuestro estaba una de las atracciones turísticas principales, una de las iglesias más importantes a nivel histórico y nosotros le cantábamos a los curas violadores. ¡Imaginate! Nos querían barrer a los tiros.

PT: Muchos de los artistas hoy de rap, a nivel local, te tienen como un referente. Como una escuela. ¿Qué pensas de eso?

K: Me cuesta creerlo, yo voy a las competencias y me reconocen. Pero yo nunca lo hice por el hecho de ser admirado o ser escuela. ¡Man, eso es una institución! ¿Dónde están mis impuestos? (Risas)

Yo quiero vivir de esto, pero nunca me comí el flay de ser Eminem. Quiero vivir de esto más allá de lo económico. Es literalmente vivir por el hip hop. Compartir con todos lo que forman parte de la movida y no con un grupito selectivo. Yo quise ser un profesional del hip hop, dedicarme a esto al cien por ciento. No buscaba el hecho de ser escuela, sino la responsabilidad como artista en lo que decís. Yo no compro ni vendo la cajita feliz

El tiempo de los cavernícolas

Kayto hoy tiene su estudio de grabación y producción musical en la ciudad de Alta Gracia: La Cueva Producciones. Allí se desempeña como productor y beatmaker. Por sus manos han pasado al menos unos 50 artistas de la región e incluso de distintos puntos geográficos dentro y fuera de la provincia. La Cueva hoy es el lugar de jóvenes cavernícolas que tienen algo para decir. 

PT: ¿Cómo es ser productor independiente?

K: A mi entender, con mis ideales, está re cheto. Todo lo que tengo lo construí yo, no es de nadie y es de todos. El hecho de crear una banda sonora toca una fibra sensible en la otra persona, para mí eso es un éxtasis. Me encanta ver las reacciones de las personas cuando escuchan los temas que produzco.

Le das la pulseada a la industria que es enorme y te quiere comer todo el tiempo. Yo muero con la mía, pero la mía es de muchos. Yo hago música de culto. Los mejores vinos no están en el supermercado. Yo no hago panchos, no me pinta.

Hay gente que tiene tatuado el logo de La Cueva y eso es una locura. No existe La Cueva sin ellos. Yo tenía algo que decir y ellos me escucharon. Esto es un ida y vuelta.

PT: ¿Cuál es el próximo paso en tu carrera?

K: Ahora estamos terminando un tema audiovisual con Krapa, un rapero de Córdoba Capital. Es un EP de tres temas. Después vamos a sacar un disco con Flag, mi socio y hermano de la vida, que creo es el mejor disco que hemos hecho a nivel producción y artísticamente.

Es un laburo de dos años, un disco experimental que cerrás los ojos y es un libro. Es una historia donde yo doy final a Kayto “El Monje”, un nombre que me puso la gente y yo lo adopté. Pero decidí que es momento de tomar mi propio nombre artístico como productor, que es Vito Veronelli. En este disco le doy muerte al Monje.

También tengo algo maquetado de mi próximo disco solista, pero para ese laburo me voy a tomar mi tiempo. Va a ser largo, porque ese disco va a ser puro rap. Super esencia 90, rap puro.

Además nos llegaron propuestas de trabajo para La Cueva y para nosotros como productores independientes, desde otras productoras independientes de Buenos Aires para trabajar tanto en equipo como con nuestra marca. Así que nos vamos para allá a seguir haciendo lo que hacemos acá. Pero igual vamos a seguir trabajando con artistas de acá. La idea no es irnos para hacer la nuestra, es también llevar la movida de acá. La Cueva no es una marca, representa a una banda de gente.

PT: ¿Siempre es pasaje de ida?

K: Yo voy a donde la música me lleve, pero siempre con La Cueva. La Cueva es de Alta Gracia, y cavernícolas hay pocos.

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